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El BCE avisa de que las criptomonedas comienzan a convertirse en un «riesgo sistémico»

junio 7, 2023

Si parece un pato, nada como un pato y claca como un pato, posiblemente sea un pato.» Así responde el máximo experto en criptoactivos y euro digital del Banco Central Europeo, Ignacio Terol, cuando le preguntan si la euforia en torno a las criptomonedas ha derivado en burbuja financiera.

BCE

Desde el BANCO CENTRAL EUROPEO creen que, efectivamente, reúne todas las características de una burbuja, y avisan de su riesgo para todo el sistema, en una entrevista que recoge el «30 minutos» de esta tarde, «La fiebre del bitcoin».

Ignacio Terol asegura:

Los criptoactivos son claramente un activo especulativo de alto riesgo. El valor que tú puedas sacar de una criptomoneda depende sólo de que detrás de ti haya más gente que quiera comprar que gente que quiera vender. En este caso, tú ganarás dinero. Si es lo contrario, entonces perderás.

criptomonedas

De acuerdo con la filosofía que atiza el fenómeno de las criptomonedas, los bancos centrales son el epítome de todos los males. Mandan un sistema centralizado y pueden «imprimir dinero» a voluntad, mientras monedas digitales como Bitcoin son independientes y por diseño inmunes a las devaluaciones. En teoría. Los grandes gigantes como la Reserva Federal o el Banco Central Europeo lo han mirado de reojo durante mucho tiempo, incluso con cierta condescendencia. Hasta ahora. Porque se ha sumado tanta gente a la fiesta que las criptomonedas pueden convertirse en un riesgo para la estabilidad financiera.

Ofensiva de los bancos centrales

Es, al menos, lo que dice el último informe del BANCO CENTRAL EUROPEO, que ocurre en la ofensiva.

Considera que los criptoactivos «no tienen valor económico intrínseco» porque no sirven como medio de pago ni como bote para acumular ahorro.

El BANCO CENTRAL EUROPEO los califica de instrumentos «altamente arriesgados» por la especulación que arrastran, la alta volatilidad y consumo de energía, así como su uso en actividades ilícitas.

En el 2007, cuando se vislumbraban las primeras nubes de la crisis subprime, el presidente de Citigroup, Chuck Prince, exponeba así cómo se movían entonces los mercados financieros: «Cuando la música se detenga, en temas de liquidez, las cosas se complicarán. Pero mientras suene la música, nosotros debemos bailar.» Quince años después, la letra quizá haya cambiado, pero la música tiene la misma melodía.

Uno de los argumentos para pensar que el fenómeno de las criptomonedas tiene características de una burbuja es que su cotización se ha desplomado justo cuando se ha endurecido la política monetaria de los bancos centrales para tratar de frenar la inflación.

En los últimos años, los tipos de interés en mínimos históricos y el crédito fácil han funcionado como una especie de marea, que ayudaba a flotar todo tipo de barcos. Ahora, la marea desciende y comienzan a embarrancar las inversiones más especulativas. Y como la euforia alimentaba más euforia y subidas de precio, el pesimismo ha llevado a muchos grandes inversores a buscar apresuradamente la puerta de salida, con lo que se acentúa aún más la caída y la sensación de vértigo.

Según sus defensores, Bitcoin y compañía funcionan también como escudo contra la inflación, algo «de oro digital» que actúa como refugio cuando la política laxa de los bancos centrales devalúa la moneda.

También se ha dicho que es una inversión alternativa que ayuda a cubrirse frente a los altibajos de la bolsa. Pero con la inflación disparada, tipos de interés al alza y liquidez a la baja, las criptomonedas se han desplomado igualmente, siguiendo una evolución similar a la de otros activos más «convencionales», como las acciones de las empresas tecnológicas del Nasdaq.

La encuesta, de noviembre de 2021, se fija también en el nivel de conocimientos financieros de los inversores en activos digitales e identifica a los dos grupos concretos más convencidos a la hora de poner dinero en las criptomonedas; los encuestados con mayor cultura financiera y, justo en el otro extremo, quien declara tener menos conocimientos.

El Euro digital

El BANCO CENTRAL EUROPEO, pero también la Reserva Federal o incluso el banco central chino, tampoco quieren quedarse atrás y ya tienen planes para poner en circulación sus propias monedas digitales.

Cae el uso del dinero en efectivo, y ahora sólo el 20% del stock de billetes se utiliza realmente para realizar pagos (era el 35% quince años atrás). Y el efectivo es el único dinero «público», que los consumidores pueden utilizar sin tener que pasar por un intermediario (como bancos, o servicios de pago).

El BANCO CENTRAL EUROPEO, y el resto de bancos centrales, creen que si acaban imponiéndose los pagos electrónicos y las plataformas online como las únicas fórmulas disponibles, unas pocas grandes multinacionales podrían controlar el mercado; compañías de tarjetas de crédito, entidades financieras y, cada vez más, las grandes tecnológicas como Google o Facebook que desean introducirse también en el campo de los servicios financieros.

Y el BANCO CENTRAL EUROPEO, en palabras del miembro del consejo ejecutivo del banco, Fabio Panetta, no puede correr el riesgo de dejar de ser «el corazón del sistema de pagos» en la zona euro.

Lo expone Ignacio Terol:

Si una persona quiere realizar un pago instantáneo a otro, imagínate que una tiene Bizum y la otra PayPal, el euro digital permitirá que pueda pagarle instantáneamente, incluso si no tienen la misma plataforma.

Además de tener más control sobre los movimientos de dinero, un euro digital, centralizado por el BANCO CENTRAL EUROPEO, permitiría ensayar políticas monetarias distintas.

Por ejemplo, cuando el BANCO CENTRAL EUROPEO quiere estimular la economía, debe hacerlo dando crédito a la banca, con la esperanza de que el dinero acabe llegando a pie de calle en forma de préstamos a empresas y familias. Un euro digital permitiría «conectar» directamente con la ciudadanía sin intermediarios si, por ejemplo, el banco central decide hacer llegar directamente liquidez al bolsillo de los consumidores, sin pasar por las entidades financieras.